Pocos días después de que el gobernador de Illinois, Pritzker, cancelara un refugio propuesto por motivos sanitarios, inmigrantes venezolanos que viven en el refugio de Pilsen afirman que se les trata "como perros".
María* siente el polvo y las partículas parecidas a fibras que caen del techo y que cubren a su familia cada vez que intenta dormir en el catre de emergencia, acurrucada a lado de cientos de migrantes venezolanos.
Casi todas las noches hace frío. Si es que hay calefacción en el edificio, ella no la siente.
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María llegó al antiguo almacén convertido en refugio para inmigrantes en el vecindario de Pilsen, en Chicago, hace unos dos meses. En conjunto, ha sido una experiencia deshumanizadora. Desde temperaturas gélidas hasta baños sucios y comida a veces en mal estado, las condiciones de vida han sido horribles, dijo.
"No puedes tener nada aquí", dijo María. "Nada. Nada de intimidad".
Desde fuera, el edificio de ladrillo de seis pisos y el edificio pegado de un piso con paneles de madera se parecen a muchos otros lugares del corredor industrial de Pilsen: destartalados, con algunas ventanas tapiadas y la fachada pintada al azar para tapar grafitis. Pocos de los que salen de la cercana I-90 para ir de compras a Chinatown o a comer a Pilsen adivinarían que el antiguo edificio industrial alberga ahora el mayor centro de acogida de inmigrantes de la ciudad. Más de de 2,300 inmigrantes recién llegados, todos ellos familias, algunos con bebés y niños pequeños ahora llaman hogar a este edifico, según una nota interna de la ciudad obtenida por Borderless.
Este lugar enPilsen, que se extiende a lo largo de media cuadra entre Cermak Road y el brazo sur del río Chicago, se inauguró este otoño durante la lucha de la ciudad por sacar a los inmigrantes de las comisarías en medio de la bajada de temperaturas. Sin embargo, las entrevistas con las personas que viven en el refugio y los vídeos que Borderless revisó de las condiciones en el interior del edificio muestran que el resultado de esa lucha es un edificio que no cumple las normas básicas de los refugios de emergencia establecidas por la Agencia de la ONU para los Refugiados.
Más de una docena de migrantes compartieron su experiencia con Borderless bajo la condición de permanecer en el anonimato por temor a ser reprendidos y expulsados del refugio de Pilsen. Lamentaron las duras condiciones del refugio, como el hacinamiento, los malos tratos de los trabajadores, las bajas temperaturas y los baños insalubres. La administración del alcalde Brandon Johnson no respondió a las preguntas de Borderless Magazine.
En las últimas semanas, los migrantes han descrito brotes de diversas enfermedades, como varicela, gripe e infecciones de las vías respiratorias superiores, que se propagan sin atención médica suficiente. Las experiencias de los migrantes en el refugio de Pilsen ofrecen una visión de la red de refugios de emergencia de la ciudad, abiertos apresuradamente para albergar a los migrantes que han llegado constantemente a Chicago desde la frontera desde agosto del 2022.
Para los inmigrantes en el refugio como María, hay pocas opciones.
"Estamos agradecidos por tener un techo porque acabamos de llegar, pero me gustaría que mejoraran cosas como la comida", dice María.
Las autoridades de Chicago se apresuran a alojar migrantes
Las autoridades municipales se han esforzado por alojar a miles de migrantes trasladados desde Texas y otros estados fronterizos en los últimos 15 meses. Alrededor de 29,00 inmigrantes han llegado en autobús o avión desde agosto del 2022, según el tablero público de la ciudad.
Aproximadamente 13,777 inmigrantes viven en la red de refugios de la ciudad, mientras que alrededor de 575 se encuentran fuera de las comisarías o en el aeropuerto internacional O'Hare al 13 de diciembre, según datos municipales.
El alcalde Johnson ha reafirmado el compromiso de la ciudad con los esfuerzos de reasentamiento de migrantes, afirmando en un comunicado de prensa que la ciudad estaba tratando a "los nuevos vecinos con compasión porque es lo más humano que se puede hacer y porque, con apoyo, pueden convertirse en miembros productivos de nuestras comunidades, contribuyendo a nuestra economía, nuestra cultura y nuestra sociedad".
Pero la decisión de Johnson a finales de noviembre de disminuir las estadías a 60 días, ha sido muy criticada por los defensores de los inmigrantes, que calificaron el cambio de "irrazonable" y acusaron a la norma de crear inestabilidad para los migrantes. La mayoría de los migrantes recién llegados no pueden trabajar legalmente y, por lo tanto, no pueden alquilar un apartamento, una realidad que, según los defensores, llevará a los migrantes a convertirse en personas sin hogar durante los meses más fríos, cuando se vean obligados a abandonar los refugios de la ciudad.
Johnson se ha enfrentado a un nuevo escrutinio por una controvertida ciudad de tiendas de campaña en el vecindario de Brighton Park, en Chicago, que iba a ser gestionada por GardaWorld. Los proyectos anteriores de la empresa de seguridad incluyen un centro de detención de El Paso para niños migrantes no acompañados, que fue objeto de una "grave mala administración", con acusaciones de condiciones inseguras e insalubres y abusos sexuales contra los menores alojados.
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La ciudad se vio obligada a cancelar el campamento de invierno parcialmente construido en Brighton Park por motivos medioambientales y sanitarios el 5 de diciembre. El gobernador de Illinois, JB Pritzker, retiró la financiación del proyecto después de que la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Illinois citara la "insuficiente muestreo y remediación del suelo". Los archivos municipales obtenidos por ABC7 muestran que la ciudad ya había gastado cerca de un millón de dólares en la preparación del campamento antes de que el proyecto fuera cancelado. El miércoles, Pritzker dijo que GardaWorld cubriría estos costos y ayudaría al Estado a crear más refugios para inmigrantes, incluidos refugios de ladrillo y mortero como el de Pilsen.
"Mi administración se compromete a mantener a salvo a los solicitantes de asilo mientras trabajamos para ayudarles a lograr su independencia", dijo Pritzker en un comunicado de prensa. "No procederemos a alojar a familias en un lugar en el que siguen existiendo graves problemas medioambientales".
A pesar de las consecuencias y el escrutinio del centro de Brighton Park, no está claro qué tipo de supervisión e inspecciones se llevan a cabo en los más de 20 refugios temporales de Chicago. Los migrantes le dijeron a Borderless que no habían visto ninguna inspección regular del refugio, aparte de dos visitas separadas del departamento de bomberos para inspeccionar el techo del almacén de un piso.
En el 2021, los registros de la ciudad muestran que 2241 S. Halsted St. no pasó una inspección anual por el Departamento de Edificios. Los propietarios no mantuvieron el equipo del ascensor en condiciones de funcionamiento seguras y sólidas. No está claro cuando el propietario del edificio hizo correcciones o cuando una nueva inspección de la ciudad se llevó a cabo en el sitio. La inspección del 2021 es la última de la que se tiene constancia.
La última inspección del Departamento de Edificios registrada para el edificio contiguo de un piso en 2301 S. Halsted Street se llevó a cabo en el 2016.
Las autoridades municipales organizaron una reunión de última hora en octubre para anunciar los planes para el refugio temporal de Pilsen. En un comunicado, el concejal de Pilsen Byron Sigcho-López escribió que, como presidente de la Comisión de Vivienda y Bienes Inmuebles, "era mi deber hacer frente a la crisis de vivienda con soluciones prácticas y en colaboración con los departamentos de la ciudad, las partes interesadas de la comunidad y las agencias hermanas".
En el 2023, la ciudad gastó decenas de millones de dólares en refugios para inmigrantes. Entre otras cosas, la ciudad dice que proporciona a los residentes del refugio un catre, una manta, una almohada, tres comidas al día, acceso a duchas, artículos de higiene y acceso a servicios de lavandería.
Durante la reunión, Sigcho-López y funcionarios del Departamento de Servicios de Apoyo a la Familia, la Oficina de Gestión de Emergencias y Comunicaciones, y la Policía de Chicago le dijeron a los vecinos que el antiguo almacén podría albergar hasta 1,000 migrantes. Pero sólo dos meses después, ese número se ha más que duplicado, según los registros internos de la ciudad.
La vida dentro de uno refugio
En el interior del refugio de Pilsen, decenas de catres, separados por centímetros, están agrupados por zonas en diversas áreas del edificio de un solo piso, según los vídeos mostrados a Borderless. Lo empleados le han prohibido a los migrantes grabar o tomar fotos en el interior del refugio y los ha "amenazado" con echarlos si hablan con medios de comunicación.
Los migrantes venezolanos describieron las zonas para dormir como abarrotadas, con poco espacio para moverse y sin privacidad para las cientos de personas asignadas a los dormitorios de un solo piso. El refugio permite guardar objetos encima o debajo de los catres, pero prohíbe almacenar alimentos, según los migrantes. Un vídeo mostraba a trabajadores del refugio inspeccionando los catres y tirando los objetos que encontraban.
Muchos de los migrantes que dormían en las zonas A y B del almacén describieron temperaturas gélidas y partículas de "fibra" que caían del techo. Algunos padres con niños en el refugio le dijeron a Borderless que sus hijos sufrían infecciones oculares que creían fueron causadas por la caída de escombros.
"Todos mis hijos tuvieron infecciones de ojos porque el techo está desprendiendo fibras", dijo María.
Además de la preocupación por la seguridad del edificio,los migrantes dijeron que las comidas del refugio a veces se echaban a perder. Afirmaron que en el refugio sirve la misma comida todos los días – pollo y arroz – y que la comida suele ser demasiado picante tanto para los niños como para los adultos. Varios migrantes afirmaron también que los trabajadores del refugio a menudo racionaban el agua, distribuyendo sólo medio vaso durante las comidas..
En un vídeo revisado por Borderless, se ve a un empleado rechazando a los residentes del refugio hasta las horas designadas para comer mientras llenan parcialmente vasos de unicel. "A veces restringen el agua potable", dijo un migrante.
En otro vídeo, los residentes se alinean en la pared del almacén, serpenteando alrededor de algunas de las camas instaladas en medio del suelo, a la espera de comida. "Hay una fila larguísima para conseguir comida", le explicó una mujer a Borderless. "Tienes que estar de pie dos o tres horas para conseguir comida. Es ridículo".
En las últimas semanas, muchos migrantes han mostrado su preocupación por la propagación de la varicela, las enfermedades respiratorias y la gripe, sobre todo a medida que aumenta la población. Según los migrantes, una clínica improvisada acude durante unas horas cada ocho días para proporcionar ayuda médica, pero durante esas visitas rápidas se hace poco por los que buscan atención médica. Los migrantes describen largas esperas para ser atendidos sin recibir tratamiento alguno.
"Mucha gente se ha enfermado", dice María. "Una mujer tuvo que ser operada porque le entró un parásito en el páncreas o el hígado... Su esposo dijo que iba a demandarlos".
"Todos mis hijos tuvieron infecciones de ojos porque el techo desprende fibras".
A una madre frustrada cuyos dos hijos se enfermaron recientemente no recibieron ningún medicamento y le dijeron que acudiera a una clínica fuera del refugio si necesitaba ayuda adicional.
Un recién llegado al refugio esperaba recibir antibióticos para recuperarse de una infección de garganta y de la gripe, pero la clínica no le proporcionó ningún medicamento. Sentado al sol frente al refugio, se sentía frustrado porque no le daban antibióticos ni tenía con que comprarlos después de ser robado en México de camino a Estados Unidos.
"No hay medicinas", dice su esposa, describiendo su frustración. "Los que no trabajamos estamos en la calle pidiendo ayuda para comprar medicinas. En este momento, mi esposo está enfermo. Tiene una infección de garganta [y gripe]. Le han hecho un chequeo, pero no le han dado nada. Ni antibióticos. Ni analgésicos".
Las arduas restricciones de permisos de trabajo alargan las estancias en los refugios
Muchos migrantes preveían que su estancia en el refugio sería breve, pero han tenido dificultades para conseguir trabajo que les ayude a encontrar una vivienda más permanente.
En septiembre, el presidente Joe Biden prorrogó elEstatus de Protección Temporal (TPS) para migrantes venezolanos que llegaron antes del 31 de julio,estatus que les permitiría obtener un permiso de trabajo. Sin embargo, el proceso de solicitud es complicado y demasiado caro para muchos. Los que llegaron después de julio no pueden aplicar al TPS y deben buscar otras opciones, como solicitar asilo, para recibir un permiso de trabajo.
Muchos migrantes recurren a sus redes, con la esperanza de encontrar un trabajo que les permita dejar atrás las condiciones del refugio. Ha sido una lucha, pero ansían privacidad y seguridad para sus familias.
"Quiero trabajar", le dijo un hombre a Borderless. "He venido aquí a trabajar".
Algunos han visto que otros migrantes han conseguido trabajos por debajo de la mesa, pero éstos son escasos. Otros han perdido la esperanza y buscan familiares en otras partes de Estados Unidos, con la esperanza de reunirse con ellos en climas más cálidos y escapar de los abarrotados refugios.
Mientras las familias se sentaban a lo largo de Halsted, justo al norte del río Chicago, a unos metros de la entrada del refugio, una mujer migrante le contó a Borderless que estaba desesperanzada de la vida en el refugio, la falta de trabajo y una grave enfermedad que la ha desviado.
En los pocos meses que lleva en el refugio, está desesperada y anhela la privacidad de su hogar.
"A veces me arrepiento de haber venido", dice entre lágrimas.
Ha pedido ayuda a los empleados del refugio para acceder a los recursos, pero el personal ha respondido con dureza, dice.
Muchos de los inmigrantes que hablaron con Borderless dijeron que habían optado por callarse y no hablar de las condiciones. Temen que se les eche a la calle o, peor aún, que se les denuncie ante un tribunal de inmigración.
"Te amenazan constantemente", dijo María. "Tienes que tener mucho cuidado porque escriben un informe por todo. Si te resbalas, te denuncian y te echan. Es un poco frustrante".
"Nos tratan fatal, como perros", dijo otra joven.
Un jueves por la noche, afuera del refugio, una joven madre que llegó hace unas tres semanas se apoyaba en la carreola de su hijo reflexionando sobre las condiciones de adentro. Aunque no son estupendas, no tiene muchas opciones. Su familia ha estado intentando encontrar trabajo limpiando casas o haciendo otros trabajos manuales para poder salir rápidamente del refugio.
Mientras tanto, mientras esperan, "es mejor guardar silencio", dijo.
María* utilizó un seudónimo por miedo a las represalias del refugio.
Esta investigación ha contado con el apoyo del Fondo para el Periodismo de Investigación.
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