El programa New Vecino de New Life Centers, financiado por el Estado, proporciona a los solicitantes de asilo servicios integrales y mobiliarios para sus apartamentos nuevos.
Jorge Crespo encuentra un lugar para una recamara recién donada dentro de su apartamento con su esposa y su hija adolescente en University Park, en los suburbios del sur.
Su apartamento, asegurado hace apenas unos días, está escondido en un pasillo rodeado de casas en hileras, un estacionamiento y hectáreas de extensos campos a unas 36 millas de Chicago.
Este hogar es un refugio bienvenido tras meses de incertidumbre.
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Los Crespo emigraron a través de la selva panameña, atravesaron ríos traicioneros y cruzaron la frontera estadounidense en busca de asilo. Tras ser trasladados en autobús de Texas a Chicago, pasaron meses durmiendo en tiendas de campaña frente a comisarías de policía y en un centro municipal refugio. Por primera vez desde que salieron de Venezuela, los Crespo sienten que por fin han encontrado una vivienda estable.
"Es mejor aquí", dijo, señalando que su hija mayor, que vive en Nueva York, no había recibidov el mismo nivel de apoyo por parte del gobierno local.
Crespo y su familia se encuentran entre los cientos de solicitantes de asilo que han recibido muebles para sus nuevos apartamentos como parte del programa New Vecinos de New Life Centers, una iniciativa financiada por el Estado que contribuye a los esfuerzos de reasentamiento de inmigrantes.
Desde mayo, esta organización religiosa de Chicago se dedica a proporcionar muebles a inmigrantes una vez que son aprobados por el Programa de Ayuda de Emergencia al Alquiler para Solicitantes de Asilo, el cual ofrece asistencia de alquiler por tres meses a inmigrantes.
En los últimos siete meses, New Life Centers y Chicago Funiture Bank han llenado de muebles alrededor de 1,400 apartamentos desde que iniciaron esta labor en primavera. El grupo amuebla 125 nuevos hogares semanalmente, pero esperan que sus esfuerzos de entrega aumenten tras un cambio en la política en los refugios de la ciudad.
El mes pasado, el alcalde Brandon Johnson anunció que Chicago limitaría a 60 días la estancia de los inmigrantes en los centros de acogida. El plan acelerado pretende sacar a los solicitantes de asilo de los distritos policiales y de los refugios y hacer recaer en todos los niveles de gobierno la responsabilidad de poner a la gente a trabajar, dijo Johnson.
"Estamos aplicando un límite de estancia escalonado de 60 días refugio , combinado con una sólida gestión de casos y acceso a la mano de obra para que los recién llegados avancen por nuestro sistema hacia la autosuficiencia y la estabilidad económica", dijo Johnson en una rueda de prensa.
Alrededor de 13,100 solicitantes de asilo permanecen en refugios gestionados por la ciudad y más de 1,000 fuera de las comisarías y el aeropuerto internacional O'Hare, mientras que 8,326 personas y familias se han reasentado y 2,906 se reunieron con sus patrocinadores a finales de noviembre, según datos municipales.
Andre Gordillo, director del programa New Vecinos de New Life Centers, dijo que la organización está contratando más asistentes sociales y personal de mudanzas para mantener el ritmo de los esfuerzos de reasentamiento.
La presión para que las familias consigan una vivienda pesa sobre los trabajadores de New Vecinos en New Life, dijo Gordillo, que cree que se puede hacer más para ayudar a las familias inmigrantes a reasentarse.
"Nadie tenía un manual sobre la mejor manera de afrontar esto", dijo Gordillo. "Tenemos un equipo de gente que quiere servir y ayudar".
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A finales de noviembre, Jheyson Pulgarin Moncada y Sandra Milena Gallego, conductores y encargados de la mudanza en New Vecinos, cargan un camión con colchones, marcos de madera para camas, almohadas, algunas cómodas, alfombras y algunos cuadros en el almacén de Chicago Funiture Bank, en la zona sur de Chicago. Conducen por toda la ciudad y los suburbios, llenando de muebles apartamentos y casas de solicitantes de asilo mientras reflexionan sobre lo que han visto como parte del esfuerzo.
"Es muy difícil verlo, más cuando sus hijos están fuera de los refugios y ahora con el frío, los vemos, y digo: '¡Dios mío!", dijo Milena Gallego. "Hay gente que necesita lo básico para vivir una vida humana básica. Una buena forma de vida".
Los encargados de la mudanza llegan a una casa en Morgan Park con jardín y amplio camino de entrada. Gallego lee el siguiente nombre de la lista: Marianny Yamileth Pérez Pérez.
Gallego y Moncada pasan los muebles por delante de Pérez, que vive en el sótano con su marido y sus dos hijas. Se sienta en el patio trasero a ver jugar a su hija de dos años mientras su esposo, Héctor, ayuda a los de la mudanza a meter los muebles en la casa.
La familia Pérez lleva en la casa de renta desde septiembre. Está agradecida por el apoyo que ha recibido su familia. Los nuevos muebles son la primera vez que se sienten dueños de algo.
El siguiente paso, dijo Pérez, es conseguir permisos de trabajo para vivir una vida mejor y mantener a sus padres que están envejeciendo en Venezuela.
Después de tanta incertidumbre, Pérez dice que la casa amueblada ofrece esperanza y seguridad. Le gratifica ver a su hija mayor volver de la escuela para hacer la tarea todos los días. "Me dice: 'Mamá, ya no quiero mudarme".
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