El restaurante mexicano y la taquería del chef Alfonso Sotelo, 5 Rabanitos, tiene sus raíces en la familia.
La taquería 5 Rabanitos se encuentra en la esquina de 18th y Wood St. en el barrio de Pilsen de Chicago. Aquí, este restaurante dirigido por inmigrantes mexicanos encaja perfectamente. Murales vibrantes del arte popular mexicano iluminan los escaparates, un hombre vaporiza elotes en una carretilla cercana y los niños corren jugando. El aire siempre huele a carne cocida, la fragancia proviene de las empresas locales.
En 2018, Forbes consideró a Pilsen como uno de los “12 barrios más geniales del mundo” junto con los barrios de Ámsterdam, Barcelona y Ciudad del Cabo. La creciente prominencia del vecindario ha intensificado las fuerzas de gentrificación que continúan desplazando a muchas de las familias inmigrantes mexicanas y mexicoamericanas que durante mucho tiempo han llamado hogar al área. Un integrante de esta comunidad es el dueño de 5 Rabanitos, Alfonso Sotelo, quien dejó su casa en Ixcapuzalco, un pequeño pueblo en Guerrero, México, cuando tenía 15 años en 1991. Aterrizó en Pilsen después de vivir en California, y durante mucho tiempo se ha dedicado a ayudar a Pilsen a mantener su identidad mexicana, al mismo tiempo que da la bienvenida a los recién llegados.
Durante más de dos décadas, Sotelo trabajó en restaurantes de Chicago, incluido Frontera Grill y el ahora cerrado West Town Tavern, antes de tener su propio restaurante. Pero este último año fue diferente a cualquiera que hubiera experimentado en la industria de los restaurantes.
Aunque en 5 Rabanitos recibieron apoyo de la ciudad durante la pandemia de COVID-19 a través del Programa de Subvención de Hospitalidad de Chicago, Sotelo batalló en mantener vivo su restaurante.
Como parte de nuestra serie sobre cómo los restaurantes de inmigrantes han sobrevivido a la pandemia, Sotelo le contó a Borderless Magazine su historia.
Fue muy difícil cuando llegué a Estados Unidos. Nadie sabía quién era yo. Escribí en una pequeña hoja de papel: “I looking for job.” (“Yo buscando trabajo”). Esta fue mi primera frase: pedir trabajo. Si la gente no entendía, tomaba mi libro de traducción inglés-español y les mostraba las palabras.
Es muy difícil, especialmente cuando llegas muy joven. Pero estaba muy feliz porque aprendí mucho de la experiencia.
Siempre estaba pensando en el barrio: Pilsen. Siempre. Pilsen tiene muchos españoles, muchos mexicanos. Hay música mexicana y muchas razas diferentes vienen a escucharla. Hay muchos murales y están sucediendo muchas cosas. Cuando encontré este restaurante, vi la oportunidad de ser dueño de mi propio negocio. Me gusta Pilsen. Me gusta la esquina.
Siempre tuve una buena comunicación con mi familia. Les dije: “Voy a abrir un lugar”, y mi papá dijo: “¿Por qué? Tienes un muy buen trabajo”.
Dije: “No, es hora de abrir mi propio lugar. Es hora de extender mis alas. Es hora de volar, deja volar mi imaginación, ¿sabes? Y voy a poner 5 Rabinatos como nombre”.
“¿Por qué 5 Rabanitos?” dijo mi familia.
Cuando yo era un bebé, mi padre tenía una pequeña granja. Cultivaban rabanitos, o rábanos, y los usábamos en la cocina. Cuando los rabanitos estaban listos para venderse, mi padre decía: “Chicos, tienen que ir a vender rabanitos en el pueblo”.
Yo era uno de cinco hermanos. Los clientes veían a los cinco niños y decían: “Los rabanitos, los rabanitos”. Cuando veían a un niño, decían, “El rabanito”, pero cuando veían a los cinco, “Cinco rabanitos”.
Entonces le dije a mi papá: “Es parte de mi familia”.
¿Y sabes qué? A la gente le encanta.
Durante la pandemia, ha sido difícil. Realmente difícil. Cerramos por tres meses, de marzo a junio. Es difícil para mí poder pagar las facturas, poder pagar el seguro, poder pagar todos los servicios.
Recibí la subvención de la ciudad. No es mucho, $10,000, pero en este momento difícil un poco hace mucho. Solicitamos el Programa de Protección de Cheques de Pago y nos lo dieron. Llamé a los 19 empleados y les dije: “Vengan todos”, porque el dinero es para ellos. Todos mis empleados, ese dinero es para ellos. No usamos nada para el restaurante.
Todos han estado trabajando para mí durante mucho tiempo. Los cocineros y los chicos de preparación han estado trabajando conmigo durante los últimos 20 años.
Por eso digo que es un restaurante familiar. Son parte de mi familia.
Pilsen es parte de mi vida. Cincuenta años no es demasiado y yo he vivido la mayor parte del tiempo en Pilsen. Ahorita es demasiado difícil, pero al mismo tiempo, estoy muy feliz porque volvimos a abrir poco a poco, y los vecinos han apoyado este lugar.
Esta historia fue reportada con la ayuda del Metro Media Lab, un proyecto de la Escuela Medill de la Universidad Northwestern destinado a fortalecer el periodismo en Chicago. Está financiada por la Fundación Robert R. McCormick.
Este artículo está traducido por Claudia Hernández.