Carolina Gallo es una organizadora comunitaria en Chicago que ayuda a las supervivientes de abuso doméstico quienes muchas veces, son defraudadas por los sistemas existentes o les tienen miedo.
A sus 27 años de edad y durante casi una década, Carolina Gallo ha sido organizadora comunitaria. Siendo adolescente en Chicago, aprendió por medio del programa juvenil Jóvenes autores de Chicago sobre temas sociales como la gentrificación, las injusticias raciales y la falta de vivienda. Cuando cumplió 18 años, comenzó a organizarse en relación a una variedad de temas que le importaban, incluidos los derechos a la vivienda, los derechos de los trabajadores y los derechos de los inmigrantes.
Trabajar con inmigrantes tiene un significado especial para ella. Nacida en México, Gallo y su familia emigraron a los Estados Unidos en junio de 2002. Diez años más tarde, solicitó protección contra la deportación bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o DACA. El haber esperado toda la noche junto con otros solicitantes esperanzados en Navy Pier -.that was venue de la primera sesión informativa en Chicago sobre el entonces naciente programa- inculcó en ella un fuerte sentido de comunidad y una urgencia por ayudar.
"Me di cuenta de que había algo más en juego", dijo Gallo. "Y fue cuando realmente decidí que quería seguir involucrada en el movimiento de derechos de inmigración".
Gallo es ahora especialista en asistencia al cliente en una clínica legal de Chicago que brinda asistencia a las personas afectadas por la violencia de género, desde ayudarles a acceder a un refugio hasta acompañarlas al tribunal de inmigración. También trabaja con indocumentadas supervivientes de abuso doméstico, muchas de las cuales frecuentemente tienen miedo de buscar recursos legales, aunque están entre las más vulnerables a esta forma de violencia.
Un estudio de 2006 publicado por Legal Momentum reveló que las mujeres inmigrantes casadas con hombres ciudadanos estadounidenses enfrentan índices de abuso que son aproximadamente tres veces más que los de la población general. Según el Centro Nacional sobre la Violencia Doméstica y Sexual, los abusadores muchas veces usan el estatus migratorio para intimidar, imponer abuso económico y negar privilegios a sus parejas, entre otras tácticas.
Borderless Magazine habló con Gallo sobre cómo siendo trabajadora social se centra en la justicia social y ayuda a los inmigrantes a entender los sistemas que muchas veces, funcionan en su contra.
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Siempre he cuestionado a la sociedad. Tenemos todos estos problemas -asuntos de policía, inmigración, falta de vivienda- y estaba cansada de esperar a que alguien los solucionara. Pasé la mayor parte de mis veinte presionando por la aprobación de la Ley de Acceso al Estudiante que se convirtió en la Ley de Retención y Equidad Estudiantil de Illinois (RISE, por sus siglas en inglés) o la Solicitud Alternativa, que otorga ayuda financiera a estudiantes transgénero, estudiantes indocumentados y otros estudiantes que se quedan sin fondos a través de FAFSA. Eso es algo que no tenía cuando fui a la universidad.
Ahora trabajo dentro del sistema legal y hago el trabajo de una asistente legal y una trabajadora social al mismo tiempo. Ayudo a las sobrevivientes de violencia doméstica a sentirse empoderadas para tomar la decisión de dejar sus situaciones. Mi trabajo es más que dar o estar presente como un apoyo emocional, se trata de facilitarles diferentes recursos para ayudarlas a mantenerse a flote y que decidan por sí mismas lo que necesitan.
Por ejemplo, les ayudo a solicitar los beneficios de VTTC, que son ayuda en efectivo y en comida; acceso a terapia; asistencia para vivienda y prestaciones de desempleo. La mayoría de las personas permanecen [en su relación de pareja] debido a las tensiones financieras o porque no son financieramente independientes. Eso es parte del abuso: esa persona [el abusador] maneja el dinero o te dijo que dejaras tu trabajo. Las inmigrantes también se quedan [en la relación] porque podrían perder su estatus.
Si las personas tuvieran sus necesidades básicas cubiertas -si tuvieran acceso a empleos que les paguen bien, si pudieran pagar por el cuidado de los niños, si tuvieran acceso a una vivienda y un salario digno- no tendríamos tantos problemas de violencia doméstica, punto. Podrían simplemente irse. La mayoría regresará siete veces [a esa relación] antes de irse para siempre.
Mucho de lo que hago es encontrar soluciones alternativas: ¿A dónde puede ir una persona, cómo puede conseguir ayuda sin tener que acudir a la policía?
Muchos inmigrantes no quieren acudir con la policía. Les provoca ansiedad. La policía trabaja con ICE, el Departamento de Seguridad Nacional y otras organizaciones gubernamentales para deportar a la gente. Ellas podrían ser detenidas en lugar de sus abusadores.
En general, las supervivientes de violencia doméstica tienen experiencias realmente horribles con la policía. La policía es consciente de la dinámica de poder en juego y la usan para su propio beneficio. Intimidan y tratan a la persona sin ningún respeto. Cuando alguien que ha sufrido violencia doméstica va a la policía, se le interroga y se le hacen preguntas que las vuelve a traumatizar. La policía también culpa a la persona. Anula sus experiencias.
Si tienen que ir a la policía, ¿cómo podemos apoyarles? Tal vez podamos llamar a la policía juntos o quizá hagamos informes policiales. Tal vez eso signifique que acompañe a la persona a la delegación policial. Cuando vas a la policía, tu trabajo es tratar de reducir el trauma que esta persona está sufriendo.
Parte del empoderamiento de las personas es permitirles tomar decisiones por sí mismas. Están haciendo lo que quieren hacer por sí mismas. No les estás diciendo lo que es bueno para ellas, que pudieran ser cosas que no quieren hacer.
También formo parte de un programa de capacitación de 40 horas que certifica a otros trabajadores sociales y defensores para que puedan trabajar con personas que están experimentando violencia doméstica. Se llama La Red. Hacen varias capacitaciones durante el año y se asocian con diferentes organizaciones y personas dentro de la ciudad. Todo se hace desde una perspectiva abolicionista. Soy una presentadora habitual y eso me da ideas sobre cómo trabajar fuera del sistema.
Trabajamos principalmente con gente de color e inmigrantes. Así que mucho del trabajo está tratando de mitigar el sistema que no fue construido para nosotros.
Tener una persona clave para maniobrar el sistema en el mismo idioma que hablan es enorme. Las personas pueden sentir que se les comprende, menos confundidas y más conscientes de lo que está sucediendo en su caso. Pueden recibir ayuda de una manera que sepan que son cuidadas, escuchadas y respetadas. Pueden sentirse menos solas.
Si no entienden lo que está pasando, podrían perder sus casos civiles. Los informes policiales se podían escribir incorrectamente porque un oficial de policía no pudo comunicarse adecuadamente con el inmigrante y no le importaba en absoluto. Eso hace que las personas no puedan obtener ciertos beneficios. También podrían perder a sus hijos en el sistema y no ser informadas de dónde están.
Incluso si no hablo el mismo idioma que mis clientes, hay una manera de conectarse con ellos mostrando humildad cultural. Eso significa reconocer que uno, como trabajador social, puede no saberlo todo sobre la cultura de alguien, pero tiene la voluntad de aprender y navegar por los sistemas juntos. Eso es simplemente estar consciente de que estás trabajando con gente de diferentes países, que puede haber factores culturales por los que no están hablando conmigo. Tener esa humildad cultural me permite seguir construyendo estas relaciones de confianza y comprensión y apoyo que doy mediante el uso de una línea directa de interpretación para clientes cuyo idioma no hablo.
El trabajo social es un campo muy "blanco". También es un campo muy peligroso porque se puede causar mucho daño a la gente si se carece de esa humildad cultural para navegar por el sistema con ellos. Eso es algo que muchas veces no es reconocido completamente por las personas blancas.
Acepté este trabajo porque quería ser una trabajadora social más completa que incluya la organización y la justicia social en el trabajo. Sabía que eso era una gran necesidad.
He aprendido a navegar por el sistema toda mi vida. Si soy capaz de ayudar a alguien más a hacerlo, ¿por qué no? Es como darte a ti mismo lo que no tenías y eres capaz de hacerlo más fácil para alguien más.
También he experimentado violencia doméstica. Honestamente creo que eso hace que una persona que viene a mí por ayuda se sienta más segura porque entiendo su experiencia vivida. También soy inmigrante, y cuando se lo digo, se sienten más conectadas. Saben que las entiendo y se sienten menos solas. Eso es importante.
Cuando la gente encuentra ese apoyo, es algo hermoso. Creo que eso es lo que más me gusta de mi trabajo: cuando encuentras alternativas y construyes redes de apoyo y la gente no regresa [a sus relaciones abusivas] es un día maravilloso.
He tenido mucha suerte de contar con mucho apoyo comunitario en mi vida. Creo completamente que se necesita un pueblo para criar a un niño. También creo que se necesita un pueblo para cambiar las cosas.
Las únicas personas que están salvando esta comunidad son los miembros de la comunidad u organizaciones de vecinos. Son los únicos que ayudan a las personas a solicitar alivio o aprender sobre la vacunación o darles cubrebocas y desinfectantes para las manos. A daily le dan comida a la gente.
La comunidad religiosa también es importante para muchos inmigrantes y muchas personas que están experimentando violencia doméstica. Cuando un lugar de culto los respeta y los cree, los cambia por completo. Se sienten respetados.
Las personas quieren ser respetadas en sus decisiones. Quieren sentir que no eran la mala persona, porque muchas veces se les dice que lo son. Estas personas son complejas. Son más que su trauma. Honrar eso y honrar toda su personalidad completa, eso las hace felices.
El número de la línea directa nacional contra la violencia doméstica: 1-877-863-6338
Este artículo, publicado originalmente en inglés por Borderless Magazine, está traducido por Gisela Orozco gracias al proyecto "Traduciendo las noticias de Chicago", del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).
Esta historia fue producida en asociación con CatchLight Local y el Instituto de Noticias sobre las Organizaciones sin Ánimo de Lucro y forma parte de nuestra serie Mi barrio me respalda, una serie bilingüe que tendrá un mes de duración reportada por, para y con latinxs de Chicago
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