En Arizona, investigadores están estudiando los parques infantiles donde los equipos se calientan tanto que pueden quemar la piel de los niños. Mientras el calor empeora en todo el país, Chicago y otras comunidades deberán tomar nota.
Este artículo es parte de un proyecto de periodismo colaborativo entre Institute for Nonprofit News (INN) y en el que participan Borderless MagazineCicero Independiente e Inside Climate News. Ha contado con el apoyo de la Field Foundation y del INN.
TEMPE, Arizona—Eran poco antes de las 8 a.m., pero la temperatura ya se acercaba a los 100 grados cuando los miembros del Laboratorio SHaDe de la Universidad Estatal de Arizona cargaron una escalera y su equipo de medición de calor hacia el Kiwanis Park.
En el patio de recreo no había nadie más que una niña que se deslizaba por un tobogán y su madre. Al otro lado de la calle, en la escuela primaria local, se podía escuchar al director dando su discurso matutino por el sistema de megafonía: “Hoy hay otro aviso por calor", advirtió. “Ayer vi a un grupo de niñas conversando agradablemente a la sombra y los animo a todos a hacer lo mismo”.
En el área metropolitana más calurosa del país, donde este verano se han registrado más de 100 días con temperaturas superiores a los 100 grados, un récord, el calor extremo supone un peligro cada vez mayor para los niños que juegan al aire libre. Los investigadores han descubierto que la goma de los toboganes, los barandales metálicos de los parques infantiles e incluso las baldosas de goma que protegen a los niños cuando se caen pueden superar los 150 grados cuando están expuestos a la luz solar directa en Arizona. Tres segundos de contacto son todo lo que se necesita para quemar la piel de un niño.
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Es un problema que afecta a todo el país, ya que el cambio climático ha provocado 14 récords mensuales consecutivos de temperaturas globales, y en agosto ciudades del Medio Oeste como Chicago sufrieron una ola de calor sin precedentes. Pero es especialmente pronunciado en lugares como el área metropolitana de Phoenix, que incluye Tempe. El calor es una constante en la vida aquí y un adelanto del futuro de otras comunidades. Ciudades desde Nueva York hasta Los Ángeles ya están repensando el diseño de los parques infantiles.
“Los parques infantiles están realmente en el corazón del impacto del calor extremo”, dijo Ariane Middel, directora del Laboratorio SHaDe y profesora asociada enfocada en la intersección del calor extremo y los climas urbanos, incluso en los parques infantiles del área de Phoenix.
“A los niños no les importa el sol, la sombra o el calor, solo quieren jugar, así que no prestan atención”, dijo. “Pero el segundo problema que tenemos con los patios de recreo aquí en Phoenix, donde hay una ausencia de sombra, son las temperaturas de la superficie. Porque los niños generalmente usan sus manos, están descalzos y estas superficies en los patios de recreo se calientan muchísimo”.
Según Middel, la sombra puede marcar la diferencia. Ya sea que se trate de árboles o de grandes estructuras de sombra diseñadas, como velas de sombra y marquesinas permanentes, los equipos de juegos protegidos del sol se mantienen constantes con la temperatura del aire que los rodea.
A nivel nacional, la sombra no se distribuye de manera uniforme. Los investigadores han descubierto que las comunidades más ricas suelen tener más. Las soluciones para abordar el calor también varían en todo el país. En Chicago, por ejemplo, la sombra es útil, pero no ayudaría a abordar la humedad del verano de la ciudad, dijo Middel, lo que significa que no hay un enfoque único para abordar los impactos del cambio climático en los patios de recreo.
Una mejor comprensión de la sombra podría tener aún grandes efectos en cadena. Durante años, el patio de juegos del Kiwanis Park ha estado cubierto por una vela de sombra, con árboles alrededor del lugar, lo que lo convierte en un lugar ideal para estudiar cómo la sombra puede afectar las formas en que las personas interactúan con su entorno.
Cómo miden los investigadores el impacto de la sombra en el calor extremo
En el Kiwanis Park, el laboratorio ha instalado tres estaciones meteorológicas en un parque infantil. Se llaman “MaRTinies” y se pronuncian como la bebida. Su nombre hace referencia al dispositivo móvil MaRTY del laboratorio, clave para su investigación sobre la temperatura radiante media. Ese único número pone de relieve cómo la radiación del sol y las superficies calientes que rodean a una persona influyen en el calor que siente en ese momento.
El dispositivo MaRTY cuesta aproximadamente $20,000 y hay que transportarlo en un carro grande, mientras que los MaRTinies, cajas blancas conectadas a diminutos paneles solares, son sólo una fracción del tamaño y el costo. Miden la temperatura, la humedad y la temperatura radiante media y con una cámara, cuentan a la gente, mostrando cómo cambia el uso del patio de recreo con las condiciones meteorológicas y de sombra. Cada minuto, los datos se suben a los servidores del laboratorio.
“Podemos observar los datos a lo largo de las estaciones, a lo largo de diferentes temperaturas, durante los fines de semana en comparación con los días laborables, durantediferentes horas del día y ver cómo cambia el uso del espacio”, comentó Middel, lo que permite a la ciudad “saber cómo se utilizan sus parque infantiles” en función del clima y la sombra que se proporciona.
Comenzaron a monitorear el sitio en abril. Los investigadores necesitan más meses de datos antes de poder compartir conclusiones, incluido el cambio en el uso del parque por parte de la gente a medida que baja la temperatura.
En el parque infantil, Pouya Shaeri subió por una escalera mientras Ameya Ajitraj Shahane le pasaba herramientas y equipos, un proceso que los dos estudiantes de posgrado del laboratorio han realizado durante todo el verano para mantener las miniestaciones meteorológicas funcionando sin problemas. Como era de esperar, las duras temperaturas del Valle del Sol pueden afectar a los MaRTinies cuando miden el calor, agotando sus baterías y requiriendo revisiones frecuentes.
ELo mismo que el laboratorio está estudiando —cómo los niveles extremos de calor y sombra afectan las interacciones de las personas con su entorno— a su vez impacta el equipo para medirlo.
“El objetivo de esta investigación está causando el problema”, dijo Shaeri.
Para Shaeri y Shahane, el calor y la sombra son temas de investigación visibles. Las conversaciones pasan rápidamente al tema de la sombra. Todo lo que está expuesto al sol tiende a calentarse y a estropearse. Ven de primera mano cómo poca gente viene al parque durante los meses de verano.
Mientras los dos estudiantes trabajaban, Luz María observaba a su hija, Layla, jugar en el patio de juegos cubierto de sombra. Si no hubieran instalado la vela de sombra aquí, no vendrían, dijo Luz, y está agradecida de vivir en un vecindario que tiene una.
Aun así, intentan salir lo más temprano posible para evitar el calor, aunque puede resultar difícil adaptarse a la agenda familiar. Si hace demasiado calor, eso limita sus opciones a espacios interiores con aire acondicionado. “Quizás la biblioteca, un museo, simplemente caminar dentro del centro comercial”, dijo.
Pero para los niños, no hay nada como jugar al aire libre. “Estás tratando de que se mantengan activos y que gasten toda esa energía”, agregó Luz María.
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En Tempe, la ciudad mantiene una cobertura de sombra de alrededor del 25 por ciento en todos sus parques, dijo Richard Adkins, el ingeniero forestal urbano de la ciudad encargado de cumplir el objetivo de Tempe de tener ese nivel de cobertura de sombra en toda la ciudad para 2040. Los parques y los parques infantiles han sido un área de enfoque importante para expandir la sombra, ya que esos sitios son propiedad de la ciudad, lo que hace que sea más fácil plantar allí que en residencias y negocios privados.
El trabajo no es tan sencillo como plantar árboles y listo, dijo. Las plantas necesitan mantenimiento o morirán. La población actual de árboles de la ciudad está empezando a envejecer y sus grandes pinos no pueden sobrevivir al calor en aumento de la ciudad. Y los árboles no se pueden plantar en cualquier lugar: los planificadores tienen que pensar en el uso del área y cómo encaja la sombra en ella.
“Tengo muchos campos de fútbol en el complejo deportivo [donde] podría plantar miles de árboles”, agregó Adkins. “Pero, de nuevo, eso va en contra del juego del fútbol”.
Otro punto para tener en cuenta: algunos árboles pierden sus hojas durante los meses de invierno, pero materiales como los que se encuentran en los parques infantiles pueden calentarse rápidamente incluso cuando hace más frío.
Adkins le ha dado prioridad a la plantación de árboles más pequeños adaptados al desierto del suroeste y la implementación de más sombra artificial, como las velas de sombra que se encuentran en muchos de los parques infantiles de la ciudad.
Allí, el enfoque suele ser una estructura de sombra diseñada que cubre el patio de juegos y sus equipos, lo que ayuda a mantenerlo fresco y también a preservar los materiales. Los árboles plantados alrededor de esa área brindan cobertura para los pasillos y los bancos donde los padres suelen sentarse. Todos los días, está en contacto con investigadores del calor y la sombra como Middel para encontrar nuevas soluciones a los problemas.
El calor extremo no va a desaparecer, destacó Adkins, y la sombra, tanto de los árboles como de estructuras como toldos, será vital para mitigarlo.
“Esa es la única manera de que podamos tener una existencia sana y dinámica en el futuro aquí en el desierto del suroeste”, afirmó.
Este reportaje fue realizado por Inside Climate News.
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