
A sus 18 años, Hanin Alawad reflexiona sobre su viaje desde Egipto a una nueva vida en Estados Unidos: graduarse de la preparatoria, superar dudas y usar su impulso para perseguir sus sueños.
Hanin Alawad nació en Siria, pero pasó la mayor parte de su vida en Egipto.
En 2011, Alawad huyó con su familia de Daraa, una de las primeras ciudades donde estalló el conflicto sirio. Las protestas ya habían llegado a su vecindad, y sus padres decidieron que no podían esperar más. Antes de que se cerraran las fronteras, reservaron vuelos y se mudaron a Egipto.
Para Alawad, reasentarse en Estados Unidos el pasado septiembre marcó otro punto decisivo. Llegó a Chicago decidida a perseguir su sueño de ser médica.
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"Acabé la preparatoria y entré en la Universidad de Illinois Chicago (UIC) para estudiar biología", dijo. "Pasé mi primer año en Estados Unidos estudiando mucho y logrando lo que me merecía".
Borderless habló con Hanin, de 18 años, sobre su experiencia como inmigrante, los desafíos que enfrentó al crecer y su búsqueda de una vida mejor en los Estados Unidos.
Crecer en Egipto

Tenía sólo cinco años cuando mi familia huyó de Siria.
Tengo siete hermanos, muchos de los cuales vieron su educación interrumpida por la guerra.
Tras salir de Siria, vivimos en una preciosa vecindad de Cairo, con apartamentos de baja y mediana altura rodeados de jardines y árboles. La arquitectura me recuerda a Chicago en muchos aspectos.
Egipto se convirtió en nuestro hogar. Los egipcios eran amables y hospitalarios y trataban a los refugiados sirios como si fueran personas locales en las escuelas, los hospitales y en todas partes. Eso no les sucede a la mayoría de los refugiados en otros países.
Pasé esos primeros años inmersa en mis estudios. Asistía a una escuela islámica privada con un riguroso currículo de estudios: química, matemáticas, biología, Corán, árabe y inglés. De 8 de la mañana a 1 de la tarde, recibía siete clases diarias de 35 minutos. Como estas clases cubrían mucho rápidamente, también tomaba clases privadas, sobre todo de matemáticas y ciencias, hasta las 7 de la tarde.
Mi madre trabajaba sin descanso, vendiendo comida casera y artículos para el hogar para pagar lecciones adicionales.
Se sacrificó muchísimo para que pudiéramos estudiar. Es mi modelo a seguir porque siempre creyó en mí, incluso cuando otros no lo hicieron.
No era solo una estudiante que esperaba que los maestros me enseñaran. Siempre estoy decidida a ir más allá porque quiero tener éxito. Quiero dejar huella y que el mundo sepa que los refugiados pueden triunfar.
Estudié inglés de forma independiente, viendo vídeos de YouTube, escribiendo palabras repetidamente y escuchando pronunciaciones en Google Translate. Redoblé mis esfuerzos en mis estudios cuando descubrí que íbamos a venir a Estados Unidos porque no quería llegar y empezar de cero.
Irme de Egipto a Estados Unidos no fue fácil. No quería dejar atrás a mis amigos y profesores. Eran todo mi mundo, mi segunda familia.
Adaptarse a la vida en EE.UU.
En septiembre de 2024, mi familia y yo llegamos a Chicago a través de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). RefugeeOne, una organización de reasentamiento, nos ayudó a adaptarnos proporcionándonos vivienda, muebles, apoyo legal, apoyo de salud mental y clases de inglés.
Mi gratitud hacia RefugeeOne es profunda. Han sido increíbles. Siempre que necesitamos algo, llamamos y nos ayudan. Mi profesora de inglés, Jenny, y mi gestora de casos han sido como de la familia. Jenny es muy amable. Me ayudó con mi solicitud para la escuela, respondió a mis preguntas y me proporcionó recursos.
Aun así, el choque cultural fue real.
Mi primer día en clase de inglés fue difícil. Pensé que aprendería inglés con estudiantes estadounidenses, pero me pusieron en clases de segundo idioma con otros recién llegados que no hablaban inglés.
Además, mucha gente dudaba de mí, diciendo: "No te graduarás este año. No sabes el idioma. Te quedarás dos años más en la preparatoria".
Pero me negué, ya había estudiado mucho. Me esforcé tomando múltiples cursos para cumplir con los requisitos de graduación. Estaba decidida a obtener mi diploma en un semestre y medio.
Tras llegar a Chicago, me gradué nueve meses después, en junio de 2025.
Construir una nueva vida
Antes de graduarme de la preparatoria, solicité admisión en varias universidades, entre ellas DePaul, North Park y UIC. Al principio recibí cartas de oferta de North Park y DePaul.
Entonces, en febrero, recibí y sentí el peso de la carta de aceptación de la UIC.
Mi madre y yo lloramos. Más que una carta, fue un punto decisivo. La gente me decía que no podía hacerlo, y mi respuesta era: "Bueno, todo es posible".
Quiero ser médica cumpliendo el deseo de mi difunta abuela antes de morir. Ella me dijo: "Nunca te rindas. Vas a ser médica".
Eso se me quedó grabado.
Estoy muy contenta de haber empezado mis clases en UIC. Aunque mi especialidad en la universidad aún no está declarada, quiero estudiar biología. Este será mi primer paso hacia la facultad de medicina.
Aunque nací en Siria, echo mucho de menos Egipto. Me siento egipcia de corazón. Echo de menos a mis amigos, la escuela, la comida y la familiaridad. Pero sé que tengo un futuro aquí y mi objetivo está claro: ser médico.
Cuando me gradúe, no sólo quiero ayudar a los sirios, sino a todo el mundo.
Quiero que mi madre y mi abuela se sientan orgullosas.
Este reportaje se ha realizado siguiendo el método colaborativo de Borderless Magazine. Para saber cómo creamos historias como ésta, consulta nuestra explicaciones visuales.
Fatema Hosseini es becaria del Roy W. Howard Investigative Reporting que cubre las comunidades inmigrantes para Borderless Magazine. Envíele un correo electrónico a [email protected].

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