
Algunos propietarios de negocios cercanos a la nueva estación dicen que no han visto un aumento en el tráfico peatonal casi un mes después de la reapertura de la estación, lo que podría empeorar debido a la inminente crisis presupuestaria de la CTA.
El gerente, Aa Surinrat, llevaba meses preparándose para este día. Thai Pastry, una tienda de comida y bebida abierto hasta altas horas de la noche , se había mudado de local anticipando la gran reapertura de la estación de la línea roja de Argyle.
"En esta zona tenemos más tráfico", afirma Surinrat. "Incluso cuando teníamos la construcción, nos iba mejor".
Desde que se inauguró la estación renovada de tren a finales de julio, algunos comercios locales afirman haber notado un aumento del tráfico peatonal en el vecindario, mientras que otros siguen esperando para ver si los cuatro años de construcción han valido la pena.
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Sin embargo, el déficit presupuestario de $770 millones de la Autoridad de Tránsito de Chicago (CTA) se avecina sobre el futuro de la estación de la línea roja de Argyle, aumentando la incertidumbre de los negocios locales.
Desde 2021, la CTA trabajaba en la reconstrucción de las vías entre las avenidas Lawrence y Bryn Mawr como parte de la primera fase del proyecto Red and Purple Modernization por un valor de $2.1 mil millones. Las obras obligaron a trasladar temporalmente la parada de la línea roja de Argyle a Foster Avenue.
Algunos miembros de la comunidad y propietarios de negocios dicen que están contentos de que la parada renovada de Argyle esté finalmente terminada. Sin embargo, su fin llega cuando la CTA se enfrenta a un déficit presupuestario que podría eliminar los servicios de la mitad de sus trenes si no se consigue una solución de financiación, según el Regional Transportation Authority (RTA).
"Si permitimos que se produzca este precipicio fiscal y se recorten los servicios, vamos a acabar con la ciudad", afirmó Maiko Lehman, una residente local que protestó en la gran inauguración de la estación de Argyle a finales de julio.
Lehman y otros manifestantes le pidieron a los legisladores estatales que volvieran a Springfield para realizar una sesión especial para encontrar una solución al déficit. Sin una solución, Lehman dijo que la CTA corre el riesgo de ser menos frecuente y fiable para aquellos que dependen del transporte público para moverse por la ciudad.
Más de 40% de residentes en Uptown utilizan el transporte público para poder ir al trabajo, según datos recopilados por Chicago Metropolitan Agency for Planning.
Si la CTA no recibe fondos para cubrir el déficit presupuestario, las frecuencias de los trenes disminuirían entre un 10 y un 25 por ciento,y al menos cuatro líneas de trenes se verían suspendidos el servicio en parte o en su totalidad, según el RTA.
Tina Fassett Smith, directora de comunicaciones de RTA, dijo que los cambios al servicio se concretarán cuando finalice el proceso presupuestario estatal en diciembre. Por ahora, no se ha determinado qué líneas podrían verse afectadas por el déficit presupuestario, dijo Smith.
Según la presidenta en funciones de la CTA, Nora Leerhsen, el proyecto Red and Purple Modernization Project ha sustituido vías construidas hace más de 100 años y ha hecho que las estaciones de Lawrence, Argyle, Berwyn y Bryn Mawr sean más accesibles con actualizaciones como ascensores, escaleras mecánicas y un andén más ancho. Las nuevas estaciones también cuentan con pantallas con información actualizada sobre los trenes en tiempo real, más iluminación pública y exposiciones artísticas únicas en cada parada.

"No cabe duda de que este proyecto llevaba mucho tiempo pendiente para realizarse", declaró Leerhsen en la inauguración de la estación. "Por primera vez en la historia de esta vecindad, todos pueden acceder sin problemas a estas estaciones".
Antes de que finalizara la construcción de la línea roja, el vecindario se enfrentaba a varios desafios, incluyendo un aumento de costos y gentrificación. Los negocios locales — muchos de los cuales son propiedad de inmigrantes o refugiados — se vieron afectados por un proyecto de construcción de 2015 que convirtió la calle Argyle en la primera "calle compartida" de Chicago, durante la pandemia del COVID-19 y el odio antiasiático en 2020.
Diana Molina, que vive en el barrio desde los años 90, dijo que la construcción de la línea roja era necesaria, pero afectó a algunos negocios locales que no pudieron sobrevivir la disminución del tráfico peatonal y cerraron.
"Me encanta apoyar a los negocios locales, a las pequeños negocios, especialmente a las tiendas familiares", dijo Molina. "Había algunos muy buenos que aparecieron y desaparecieron".
El negocio de May Dang, Xin He Tang, está a pocos pasos de la estación de Argyle. Durante el proceso de construcción, Dang dijo que había muchos días en los que no hacía ventas.
"Perjudicó a muchos de los negocios de aquí", dijo Dang. "Muchos de los negocios cerraron".

Su tienda ofrece una variedad de artículos pequeños y plantas, incluidas plantas de calamansi y jengibre.
Desde la reapertura de la parada de Argyle, dice que no ha observado un aumento de las visitas de clientes.
Por ahora, algunos vecinos de Argyle están disfrutando de la nueva parada, entre ellos Ross Guthrie, que no tiene coche y utiliza con frecuencia la CTA para moverse por la ciudad. Guthrie vive a una vive a una cuadra y media de la parada recién renovada.
"Ha sido una cosa tras otra para esta zona, especialmente Asia en Argyle", dijo Guthrie. "Miras a tu alrededor y ves tantos negocios cerrados aquí en Argyle, así que estoy pensando que el tráfico peatonal realmente va a darle nueva vida a esta calle".
Katrina Pham es la reportera de audiencia y redes sociales de Borderless Magazine. Envíe un correo electrónico a Katrina a [email protected].

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