Por casi un año durante la pandemia global, el Grocery Run Club ha abastecido con productos frescos y otras necesidades a miembros de la comunidad de todo Chicago. Sus organizadores no planean detenerse.
Después de que el coronavirus ocasionara cierres en todo Chicago, Lucy Angel y Jorge Saldarriaga pasaron casi todos los sábados en BEET Chicago , el jardín comunitario de North Lawndale, repartiendo productos frescos a personas necesitadas de la comunidad Las frutas y verduras provienen de Caja de alimentos del agricultor a la familia, un programa de distribución de alimentos que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) presentó como respuesta a la pandemia.
Hasta ahora ha repartido más de 1,4 millones de cajas de alimentos a vendedores contratados del área de Chicago.
Estos profesionales de publicidad y producción de eventos estaban motivados por sus propias experiencias al crecer en barrios que le hacen frente a la inseguridad alimentaria, Angel en La Villita y Saldarriaga en Portage Park y Lincoln Square. Muchos miembros de la familia de Angel también eran agricultores, incluyendo sus abuelos que trabajaron en México y los EE.UU. en la década de 1960.
Pero en junio pasado, la rutina de la pareja llegó a su fin cuando recibieron la noticia de que ya no se necesitaría a los voluntarios para repartir los productos. El vendedor que suministraba productos a BEET Chicago no recibió cajas de alimentos en la siguiente ronda del programa, que ha estado aprobando contratos casi cada mes.
Para ayudar a llenar este vacío, Angel y Saldarriaga lanzaron Grocery Run Club, iniciativa impulsada por la comunidad que envía productos frescos y otros productos esenciales a los sitios de distribución de alimentos que los necesiten. Al principio, ellos mismos hacían las compras. Ahora, después de haberse expandido para llegar a más residentes, también trabajan con un mayorista para entregar productos y recibir donaciones de las despensas de alimentos. Para ellos, la necesidad era clara, especialmente con cada vez más residentes de Chicago luchando contra la inseguridad alimentaria durante la pandemia. En el año fiscal 2020, el Banco de Alimentos de Chicago distribuyó más de 77,5 millones de comidas, la mayor cantidad en sus 42 años de historia.
Borderless Magazine habló con Angel y Saldarriaga sobre la creación del Grocery Run Club, el sostenimiento de los esfuerzos impulsados por la comunidad y cómo es el verdadero cuidado y apoyo comunitario.
Lucy Angel: Al principio, Grocery Run Club definitivamente no era ningún tipo de idea formal. Era tan simple como ir por los comestibles, llevarlos al jardín y distribuirlos para compensar el hecho de que el USDA no estaba esa semana.
Nos pusimos en contacto con 20 de nuestros amigos más cercanos y les dijimos: Hay un montón de organizaciones de las cuales nos encantaría comprar. ¿Quieren enviarnos $5? Nos enviaron el triple. Pudimos hacer dos entregas de comestibles durante dos semanas para proveer las necesidades del alt_market un mercado libre comunal en el barrio de Austin.
Fue entonces cuando pensamos, "si nuestros amigos nos están diciendo que esta es una buena idea, ¿cómo sería si formalizamos esto, le ponemos un nombre y lo compartimos con la gente?".
La primera semana en la que oficialmente empezamos Grocery Run Club, pensamos que seríamos capaces de llevarlo a cabo desde nuestro apartamento. Dos semanas después de ponernos en marcha, tuvimos que trasladar las operaciones a un almacén porque había una gran necesidad de alimentos frescos y una gran red de personas que querían ayudar. De repente, necesitábamos mesas de preparación, refrigeradores y una zona de carga; estábamos aprendiendo algo nuevo o superando cada día un nuevo desafío.
Jorge Saldarriaga: Al nacer y crecer en Chicago, hemos podido conectar con los miembros de la comunidad, saber qué es lo que necesitan y lo que buscan. Esas conversaciones han ido de intercambios generales que van desde "hey, necesito pasta de dientes", o, "me encantaría tener algunos materiales para la limpieza", con las personas que nos hacen saber que no pueden encontrar estos productos específicos en otros sitios de distribución.
También hemos aprendido mucho sobre los barrios a través de los miembros de la comunidad. Sus historias nos permiten conocer lo que el jardín comunitario en North Lawndale solía ser, hasta lo que el barrio de Austin era hace 30 o 40 años. Estos vecindarios alguna vez tuvieron pistas de patinaje y diferentes lugares para que los miembros de la comunidad salieran. Ahora están bastante desabastecidos y no cuentan con el apoyo del gobierno.
Ángel: North Lawndale realmente no tiene espacios verdes. El jardín de la comunidad era un gran complejo de apartamentos, y según lo que sabemos, se incendió. Luego eso estuvo vacante durante muchos, muchos años. Hemos recibido muchos comentarios de miembros de la comunidad que nos dicen "este terreno es lo más bonito que he visto en mi vida".
Saldarriaga: Realmente nos abre los ojos a todas las brechas y desigualdades que han ocurrido [en sólo décadas] o cómo es que las cosas han cambiado drásticamente en toda la ciudad. Todo eso destaca por qué este trabajo es necesario. Se necesitaba antes del COVID, se necesita durante el COVID y va a ser necesario después. La idea detrás de todas las relaciones sostenibles de larga duración es no levantarse solo un día y hacer algún trabajo por un día o por una semana, y luego irse.
Ángel: La forma en que apoyamos a las organizaciones de manera sostenible, es estableciendo una entrega semanal con el objetivo de trabajar con ellas durante al menos un mes. Al final de ese mes, nos reagrupamos y vemos qué funcionó, cuáles son sus necesidades y cómo han evolucionado.
Por ejemplo, desde agosto hemos estado trabajando con el Consejo Latinx de Gage Park, dándoles cada semana cajas de productos. Luego cambiamos para establecer un mercado de productos libres y alimentos no perecederos en su centro cultural.
Saldarriaga: Al final del día, creo que estas iniciativas financiadas por la ciudad se pierden o no tienen esa experiencia auténtica de primera mano que muchos activistas y organizadores comunitarios tienen. Hay una desconexión y tiene que haber más apoyo para las iniciativas hiperlocales de la ciudad.
Lo que vemos todos los días no llega a los oídos de la alcaldesa, o se pasa por alto. Me encantaría poder tener la oportunidad de decirle a la alcaldesa "Oye, internamente, debería haber alguna infraestructura que se conecte con la comunidad". Y entonces podrían acceder a los verdaderos miembros de la comunidad local y encontrar una manera auténtica de trabajar con sus redes.
Ángel: Siento que [la desconexión] es un recordatorio constante de que la Municipalidad hace lo que cree que las comunidades necesitan a nivel macro y no tienen idea de lo que está sucediendo en el nivel micro.
Creo que tenemos que volver a tener a la comunidad cuidando de sí misma, por lo que nuestro gran enfoque es siempre asociarnos con organizaciones comunitarias que ya están en el terreno haciendo ese trabajo. Al final del día, ellos son los que más saben sobre su comunidad y pueden abogar por ella.
Somos mucho más fuertes juntos, y todos podemos trabajar juntos para lograr la igualdad en todos los barrios de la ciudad. Ese es mi llamado a la acción: ¿Qué estás haciendo para mejorar la ciudad en la que vives, la comunidad en la que vives, a los vecinos que te rodean y para hacer la ciudad más equitativa y justa?
Todo el mundo puede apoyar a su vecino. No importa si no tienen fondos, si lo han despedido, si no tiene un auto. Hay algo que usted puede ofrecer a un miembro de la comunidad y la organización. Depende de cada individuo saber cómo puede ayudar.
Grocery Run Club acepta donativos.
Este artículo, publicado originalmente en inglés por Borderless Magazine, está traducido por Gisela Orozco gracias al proyecto "Traduciendo las noticias de Chicago", del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).
Esta historia fue producida en asociación con CatchLight Local y el Instituto de Noticias sobre las Organizaciones sin Ánimo de Lucro y forma parte de nuestra serie Mi barrio me respaldauna serie bilingüe que tendrá un mes de duración reportada por, para y con latinxs de Chicago.