Yorvi Sánchez encontró amigos en Chicago, pero no espera la Navidad sin su hija de 7 años. "Poder ayudarles desde aquí es la única razón por la que vine", dijo.
En Detrás de los Autobuses, Block Club Chicago y Borderless Magazine siguieron a 10 de los miles de inmigrantes venezolanos enviados a Chicago como parte de la maniobra política del gobernador de Texas Abbott este año. Block Club Chicago es una redacción sin fines de lucro centrada en los vecindarios de Chicago; suscríbase a su boletín diario. Borderless Magazine es una redacción multilingüe sin fines de lucro que informa sobre y con los inmigrantes de Chicago; suscríbase a su boletín semanal.
WEST RIDGE - Yorvi Sánchez no le dijo a su familia que iba a los Estados Unidos hasta que ya estaba en camino, uniéndose a un grupo de migrantes que se dirigían al norte desde Venezuela.
Tras un arduo viaje, que incluyó un momento en el que fue amenazado a punta de pistola, Sánchez llegó a Chicago el 16 de septiembre. Las autoridades locales lo llevaron al West Ridge YMCA, 2424 W. Touhy Ave. que fue reabierto como alojamiento temporal para inmigrantes.
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Poco después, le llamó a su familia para decirles que estaba a salvo.
"Fue una de las mejores sensaciones. Pude darles buenas noticias, y mi madre estaba muy contenta de que estuviera a salvo aquí, porque el viaje, nunca se sabe lo que puede pasar cuando se viaja así", dijo Sánchez.
Sánchez es una de las 3,600 personas que han sido mandadas en autobús hacia Chicago y otras ciudades lideradas por demócratas en protesta por las políticas federales de inmigración por parte de el gobernador de Texas, Greg Abbott. Dejó atrás a su hija de 7 años, Tiffany, con la esperanza de darle a su familia en Sarare, Venezuela, una mejor vida, dijo.
Un viaje peligroso, luego un autobús a Chicago
Sánchez, de 26 años, estaba acostumbrado a salir de su país en busca de mejores trabajos.
Como millones de venezolanos, abandonó el país para escapar de una crisis económica en la que los alimentos son demasiado caros y no hay suficientes puestos de trabajo, dijo.
Previamente se había mudado a Lima, Perú, para trabajar como mesero en un restaurante chino y como conductor de reparto. A menudo volvía a casa para visitar a su madre, su hermana y su hija porque el viaje era relativamente fácil, pero pronto se dio cuenta de que tenía que buscar trabajo en alguna otra parte.
La mayoría de los venezolanos que han abandonado el país se han mudado a otros lugares de América Latina o el Caribe, según la Organización Internacional para las Migraciones. La mayoría de ellos también tienen dificultades para acceder a los recursos básicos en los países a los que se mudaron.
"Había trabajo en Perú, pero no pagaban lo suficiente para mantenerme a mí o a mi familia", explica Sánchez. "Así que tuve que buscar otro lugar para encontrar trabajo donde pudiera mantenerlos porque la economía de Perú no era buena".
Sánchez había oído decir que en Estados Unidos había más oportunidades para inmigrantes como él.
Sánchez pasó por casa de su familia para hacer una visita sorpresa antes de emprender el viaje. Sabía que sería la última vez que estarían juntos durante un tiempo, pero no se atrevió a contarles sus planes.
Sólo después de que Sánchez emprendiera el largo viaje fue les llamó y les dio la noticia.
"Mi madre lloraba y me decía que quería que me cuidara", cuenta Sánchez en español.
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Cuando Sánchez salió de Venezuela, se unió a un grupo de personas que iban hacia el norte y se preparaban para cruzar a través del Tapón del Darién, una selva entre Colombia y Panamá.
El grupo con el que estaba Sánchez viajó en autobús, camión todoterreno, tren y barco y caminó durante tramos, dijo.
Una vez superada la selva, el grupo tuvo un viaje menos duro a través de Centroamérica hasta México, pero siguió siendo peligroso, según Sánchez.
Sánchez fue apuntado con una pistola en Guatemala, lo que le obligó a huir, dijo.
"Estábamos cruzando un sendero y el hombre que nos apuntó con un arma, creo que era un granjero", dijo.
Los oficiales de México eran corruptos y buscaban sobornos de los migrantes, dijo Sánchez.
"Lo más difícil del viaje no fue cruzar la selva. Fue atravesar México porque ahí la policía de inmigración no juega", dijo Sánchez. "México fue peligroso.
La policía de ahí nos trató mal".
Sánchez pensó que su grupo había llegado al final del camino cuando llegaron a Texas. Pero ahí, los oficiales locales le ofrecieron una opción: tomar un autobús a Chicago o Nueva York, dijo.
"Oí a otras personas decir que Chicago tenía más oportunidades para los inmigrantes. Así que decidí subirme a ese autobús", cuenta Sánchez.
Si estuviera solo aquí... sería mucho más difícil".
Después de instalarse en el refugio, Sánchez pasó semanas recorriendo el vecindario en busca de trabajo junto a otros inmigrantes.
Sánchez quería trabajar en el sector hostelero de Chicago. Pero la búsqueda de empleo fue difícil porque hablaba poco inglés y no tenía auto.
Con el tiempo, Sánchez se sintió más cómodo tomando el autobús para explorar más lejos del refugio, dijo. El 11 de octubre encontró trabajo como ayudante en un restaurante dentro de un hotel en los suburbios de Evanston.
"Me gusta el trabajo y estoy aprendiendo las normas del hotel para la cocina y el servicio a los clientes. Y de paso intento aprender inglés, y estar en un restaurante también me ayuda con eso", dice Sánchez.
Sánchez también ha disfrutado ir a una sección de Clark Street en North Side donde hay muchos negocios y vecinos en los que hablan español, dijo.
Sánchez no tenía muchos amigos en Perú y se sentía solo sin su familia. En el refugio ha conocido a otros venezolanos de su edad que se han hecho sus amigos.
"Estoy agradecido por el trabajo que tengo y por los empleos que han encontrado mis amigos. Es muy importante trabajar y tener una rutina. Y también estoy contento por tener amigos aquí", dijo Sánchez. "Tener buenos amigos aquí que se cuidan unos a otros es muy importante. Si estuviera solo aquí, no estaría bien; sería mucho más difícil".
Ahora que Sánchez tiene trabajo, explora la ciudad en su tiempo libre, incluyendo visitas turísticas en The Loop, dijo. Quiere viajar a Nueva York para ver la ciudad de su equipo de béisbol favorito, los Yankees.
La primera fiesta que Sánchez celebró desde que llegó a Chicago fue Halloween, una festividad mucho más pequeña y que sólo se celebra en algunas partes de Venezuela, dijo.
"Pero aquí, casi todas las casas tienen un monstruo o un fantasma. Estaba con un grupo paseando y disfrutando del vecindario, y al girar una esquina vimos un fantasma gigante en el jardín delantero", explica Sánchez. "Es algo que nunca había visto a esa escala. Estoy bastante impresionado por cómo celebran Halloween".
La próxima gran fiesta que Sánchez suele celebrar es la Navidad. Pero este año será agridulce, dice.
"Va a ser difícil porque una de las cosas más importantes de Navidad es estar con la familia, y yo no voy a estar ahí", dijo Sánchez. "Pero al menos con el trabajo que estoy encontrando aquí puedo enviarles dinero, y a mi hija un regalo que realmente quiera".
"Es un sacrificio no estar con ellos ahora, pero poder ayudarles desde aquí es la única razón por la que vine".
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