Refugiados de más de 15 países jugaron un torneo de fútbol en el Día Mundial del Refugiado de Chicago.
El sábado por la mañana, una docena de equipos de fútbol amateur se reunieron para competir en el parque Pottawattomie, en el extremo norte de Chicago. A simple vista, parecía otro partido ordinario de fin de semana en el parque.
Pero al comenzar los partidos, se oían llamadas al balón en dari, malayo, turco y español, idiomas que cambiaban de equipo a equipo y a medida que el balón se desplazaba por el campo.
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Los jugadores, refugiados e inmigrantes de más de 15 países, entre ellos Afganistán, Malasia, Turquía, Tanzania y Togo, se reunieron en una competencia al estilo de la Copa del Mundo en el marco del 20º aniversario del Día Mundial del Refugiado de Chicago.
Ibrahim Polat, estudiante de la Universidad de Illinois Chicago, jugó en el equipo turco.
"Es un buen evento", dijo Polat. "Pero debería ser más grande... quizás a nivel nacional".
La familia de Polat llegó a Estados Unidos hace cinco años desde Ankara, la capital turca. Tras el fallido golpe de Estado del 2016, el gobierno persiguió a decenas de miles de turcos, entre ellos funcionarios, soldados y ciudadanos particulares, asociados a un movimiento al que se culpaba del intento de golpe. La familia de Polat fue una de las miles de personas que huyeron del país.
La transición de la familia de Ankara a Patterson, Nueva Jersey, y luego a Chicago ha sido dura.
"Cuando vienes de otro país no sabes nada, básicamente. No sabes inglés. No conoces a nadie", dijo Polat. "Mi padre trabajaba en el supermercado de mi tío. Pero, aun así, económicamente no ganas mucho dinero".
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Pero el sábado, Polat y sus compañeros turcos no pensaban en sus dificultades. Sus mentes estaban puestas en ganar el torneo.
En el descanso, el equipo turco iba perdiendo por 3-0. En un último intento de dar la vuelta al partido, tomaron la improvisada decisión de pedir prestado a un jugador de habla turca del equipo afgano. Perdieron, pero Polat seguía contento con el torneo.
"Es muy bonito que hayan hecho un evento así", dijo. "Es bonito que alguien se preocupe".
Además del torneo de fútbol, que volvió este año tras un paréntesis de dos años debido a la pandemia, el evento del Día Mundial del Refugiado incluyó una marcha solidaria, presentaciones de música y danza junto con lecturas de poesía de más de 20 artistas. Representaron a lugares de África, Asia y Sudamérica.
Emma Yaaka y Rebkah Zellelew, las organizadoras principales del evento, estaban encantadas de celebrar por fin el evento en persona. Ambas organizadoras tienen profundas conexiones con las comunidades de inmigrantes de Chicago.
El Día Mundial del Refugiado de Chicago es una celebración de las comunidades de refugiados y de los recién llegados, dijeron, no nomás es un lugar para que la gente acceda a servicios.
"Normalmente, las agencias de reasentamiento y las organizaciones que ayudan, lo hacen desde un tiempo y un lugar en el que hay una dinámica de poder", dijo Zellelew. "Nuestro enfoque es la accesibilidad de la comunidad, la creatividad, la celebración y la organización de base".
En su mayor parte, el evento también está organizado por los propios refugiados. Yaaka es un refugiado de Uganda y vivió en un campo de refugiados en Kenia hasta que se le concedió asilo en Estados Unidos en julio del 2018. El padre de Zellelew llegó a Chicago desde Etiopía como refugiado en la década de 1980 y se convirtió en un miembro activo de la Asociación de la Comunidad Etíope de Chicago. Su madre, embarazada de Rebkah, se unió más tarde a él como asilada.
"El formó parte del primer grupo de etíopes que llegó a Chicago", dijo Zellelew sobre su padre. "Creo que a partir de ahí, simplemente se convirtió en una identidad cultural para nosotros el devolver a nuestra comunidad y trabajar como una familia, porque él no tenía familia aquí".
Aunque la mayoría de los equipos representaban a refugiados de un país, otros, como el de Polat, optaron por renunciar a las alianzas nacionales en aras de la victoria. Nyibampa Wilson, un joven de 19 años que llegó de Tanzania a Estados Unidos como refugiado en el 2012, decidió que en lugar de jugar con su antiguo equipo, se uniría a Invincible United, un equipo totalmente malayo.
The Invincibles hicieron a Wilson su capitán y ganaron su primer partido.
"Conozco cada cosas de cada jugador", dijo Wilson cuando se disponía a enfrentarse a sus antiguos compañeros. "He jugado con ellos. Sé a dónde van a ir".
El torneo de fútbol, de un día de duración, llegó a su fin con la victoria del equipo Black Panthers, que también ganó el título en el 2019. Los jugadores del equipo procedían de varios países, como el Congo, Nigeria, Togo y Senegal. Hablaban una mezcla de francés e inglés, y muchos nunca se habían conocido ni habían jugado fútbol juntos. Para llenar la distancia, se llamaban por apodos, como Sadio Mané, una sensación del fútbol senegalés, y Edouard Mendy, un portero del mismo país que ganó la Copa Africana de Naciones este año.
Moshood Olanrewaju, un inmigrante nigeriano que lleva 12 años organizando el torneo, dijo que eso es lo que más le gusta del evento.
"El chico de negro jugaba con el chico de verde, y el chico de verde con el chico de azul", dijo Olanrewaju, refiriéndose a los colores de las camisetas de los jugadores. "Incluso el equipo que ganó, algunos de ellos simplemente se llamaron para jugar y se presentaron. Creo que eso es lo bonito".
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