Cuando la pandemia golpeó a su comunidad en La Villita, Elizeth Arguelles, emprendedora y beneficiaria de DACA originaria de Chicago, duplicó su trabajo comunitario.
A Elizeth Arguelles se le puede ver muy seguido en la esquina de S. Kostner Ave. y W. 26th Street, en su barrio de La Villita, trabajando como vendedora ambulante. Pero, en su comunidad hace mucho más. Desde 2018, cuando tenía 26 años de edad, Arguelles es la líder del capítulo de La Villita de Increase the Peace, organización que tiene como objetivo abordar las causas profundas de la violencia en las comunidades del sur a través del compromiso comunitario. El año pasado, después de graduarse durante la pandemia con un título en negocios internacionales, también comenzó a trabajar con mujeres inmigrantes, ayudándoles a crear planes empresariales.
Originaria de México donde nació, Arguelles es beneficiaria de DACA y se ha convertido en defensora de la población inmigrante local. Si bien su intrépido activismo ha acaparado la atención a nivel nacional, sigue centrada en su misión, impulsada por ayudar a su comunidad. Su resistencia como inmigrante, especialmente durante la pandemia, es una inspiración.
Soy de las aguas y montañas de Veracruz, México. Cuando tenía 8 años de edad, crucé y caminé por las fronteras cuando mi familia emigró a Chicago y no he regresado desde entonces.
Desde que era una niña pequeña, he estado involucrada en el negocio de mi madre de vender tamales en un carrito en La Villita. La responsabilidad cayó sobre mí porque soy la única chica de mi familia. Soy hija de inmigrantes, la hija del medio y también la única mujer en mi familia, y eso juega un gran rol en mi formación y en lo que hago.
También soy la única de mi familia con DACA. Mis padres y mis hermanos viven en constante ansiedad.
Honestamente, me pregunto por qué sigo siendo una vendedora ambulante en el barrio; soy una graduada universitaria. Pero la verdad es que este trabajo es mi llamado. Aprendes tanto al pasar una mañana en el lugar trabajando; escuchas las historias de miembros de la comunidad. Hay un señor de unos 80 años que vende dulces junto a la birriería y me cuenta historias de cuando estaba en México. También conoces sobre las injusticias de la policía, que acosa y echa a los vendedores ambulantes.
A mis padres les habían enseñado que una mujer tiene que quedarse y hacer todo en casa. Así que desde que era niña, me rebelé contra eso, lo que me llevó a ser tan directa. He hecho todo lo contrario de lo que mis padres esperaban de una hija: casarse, estar en casa. No tengo hijos y me mudé pronto de la casa de mis padres, a la edad de 20 años. Siempre estoy discutiendo con mi familia, incluso sobre el color de mi piel. Siempre se referían a mí, de cariño, como “morenita”, porque de mi familia, soy quien tiene la piel más oscura. Desde que era pequeña, siempre supe que era distinta.
Como organizadora comunitaria en Increase The Peace, uso mi voz para hablar y conectar a la gente con recursos, planificar eventos comunitarios y capacitarme en liderazgo para poder construir mi barrio. Hemos organizado campamentos nocturnos en áreas de alto crimen [para crear espacios seguros] al mismo tiempo que ofrecemos actividades comunitarias como cortes de pelo gratuitos, partidos de fútbol, círculos de paz. Hemos sido capaces de hacer esto en varios lugares en el sur, como en La Villita, Brighton Park, Las Empacadoras y Pilsen.
Cuando la pandemia golpeó, estaba terminando mis estudios universitarios y estaba agotada. No hubo graduación, ni celebración, ni reconocimiento por parte de mi familia ni de la mía. Estaba deprimida y llena de emociones.
Pero siempre he tenido este espíritu y esta esperanza. Afortunadamente, se presentó una oportunidad en mi vida a través de la consultoría de negocios. Significa mucho para mí escuchar a las mujeres inmigrantes darse cuenta de su propio poder a través de su negocio. Me encanta hablar y pensar creativamente sobre los negocios, y mi rol de vendedora ambulante ha contribuido mucho a eso. He sido una mujer de negocios desde que tenía 10 años. Mis padres son empresarios, incluso si venden tamales en una esquina.
La mayoría de los vendedores ambulantes de la población del barrio son ancianos que son inmigrantes indocumentados. No tienen seguro médico. No recibieron cheques de estímulo. No hay ninguna organización que los cuide durante la pandemia, aunque la necesidad es más que obvia: estaba claro que nadie iba a ayudarnos. En mayo pasado, Increase the Peace organizó una recaudación de fondos para los vendedores ambulantes y hasta ahora, hemos recaudado casi 48 mil dólares.
Sabía que mi madre no iba a dejar de vender tamales porque esa es su única forma de ingreso. Es un privilegio decir “voy a quedarme en casa”. Es un privilegio decirle a la gente que se quede en cuarentena. La gente inmigrante no cuenta con esos lujos y no tenemos tiempo para llorar. Es mucha mierda, pero al final del día sé que tengo a la comunidad. Tengo una comunidad que no solo necesita ayuda, sino que también es una comunidad que quiere ayudar.
Recuerdo haber estado tranquila cuando empezó la pandemia. Hemos estado tan insensibles a todo esto, como por el miedo de ser detenidos por la policía como gente indocumentada. Crecimos con trauma. Viviendo en el barrio, experimentamos traumas todos los días. No voy a decir cuántos disparos oigo en la semana.
Una de las cosas que esta pandemia me ha enseñado, es que todas las respuestas que estoy buscando están dentro de mí. Me gusta ser libre y sentirme libre, así que la mayoría del tiempo estoy sola. He abrazado esta soledad en mi corazón porque siento que finalmente he decidido sanar quien soy. Estoy aprendiendo y desaprendiendo, mientras trato de ser una mejor persona, primero para mí. Así que, ¡soy una evolución!.
Contar historias es una gran parte de lo que me he convertido. Compartir mi historia como vendedora ambulante es ser dueña de mi poder, y eso es algo que también quiero tomar a nivel internacional. Ya no quiero sentir que estoy en una jaula, así que no me veo viviendo en los EE.UU. después de que cumpla los 30.
La visión que tengo para mí es estar libre de culpa, trauma, jaulas y expectativas familiares. Me veo viviendo una vida llena de oportunidades y bendiciones. Definitivamente me veo como toda una jefa.
Este artículo, publicado originalmente en inglés por Borderless Magazine, está traducido por Gisela Orozco gracias al proyecto “Traduciendo las noticias de Chicago”, del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).
Este artículo forma parte de la serie “Resiliencia que inspira”, de Brian Herrera, becario de CatchLight Local. El proyecto ilustra historias de éxitos, desafíos y resiliencia durante la crisis de salud pública de COVID-19 compartida por miembros de la comunidad de inmigrantes indocumentados en Chicago, Illinois.
Esta historia fue producida en asociación con CatchLight Local y el Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN) y es parte de nuestra serie Mi barrio me respalda, una serie bilingüe que tendrá un mes de duración reportada por, para y con latinxs de Chicago.